Hoy quiero hablarles sobre los fracasos en el manejo de la obesidad y el combate al estigma hacia la obesidad. Antes de hablar de este tema, debemos entender qué es la obesidad.
Existen diversas definiciones sobre la obesidad. Si lo vemos desde la óptica de la salud, la obesidad es una enfermedad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) nos dice que la obesidad es la acumulación excesiva de grasa en el cuerpo que representa riesgo para la salud. Si se consume grandes cantidades de energía, en particular grasas y azúcares, pero no se quema la energía a través del ejercicio y la actividad física, el cuerpo almacenará gran parte del excedente de energía en forma de grasa.
Llevar grasa extra en nuestro cuerpo conlleva graves consecuencias para la salud, como enfermedades cardiovasculares (principalmente enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares), diabetes tipo 2, trastornos musculoesqueléticos como la osteoartritis y algunos tipos de cáncer (endometrio, mama y colon). Estas condiciones causan muerte prematura y discapacidad.
Si bien es cierto que la obesidad generalmente es causada por comer demasiado y moverse muy poco, también se ha evidenciado que los ambientes alimentarios obesogénicos, que la alta carga de publicidad y el mercadeo agresivo de los productos no saludables y bebidas azucaras son grandes responsables de esta pandemia de obesidad que hoy enfrentamos.
Por lo tanto, todos somos responsables de la obesidad. Somos responsables nosotros como individuos, pero también nuestros gobernantes por no poner las reglas claras para regular el ambiente alimentario. Son responsables los de la industria de comida chatarra y de bebida azucaradas. Es responsable el sistema educativo que no prioriza la educación en alimentación saludable. En fin, no es un tema únicamente de quien está obeso, es un tema que nos compete a todos.
También, podemos ver la obesidad desde una óptica psicológica y social, siendo un problema que incluye la baja autoestima, la baja competencia social, la falta de adaptación, el aislamiento social, el desempleo, el bajo nivel socioeconómico y la mala calidad de vida.
La obesidad refleja una relación inapropiada con los alimentos. Entre los cambios socioculturales en el estilo de vida, los patrones de alimentación poco saludables son una de las principales razones del aumento de la obesidad en todo el mundo. Se ha demostrado que el consumo menos frecuente de frutas y vegetales y la ingesta excesiva de bebidas azucaradas, así como comidas rápidas, afectan directamente el peso.
La mala práctica de dejar de comer o empezar dietas imposibles de llevar también son fracasos en el manejo de la obesidad. No se trata de empezar estilos de vida inalcanzables e insostenibles. Se trata de interiorizar poco a poco los estilos de vida saludables. Pequeños cambios como tomar agua en lugar de bebidas azucaradas con las comidas; incluir frutas frescas en lugar de jugos industrializados; empezar una rutina de actividad física llevadera, entre otras, son ejemplos de pequeños cambios pero importantes para iniciar un estilo de vida más sano.
La obesidad es una condición que va más allá de los aspectos sociales, psicológicos o de salud. La obesidad afecta la economía, tanto del individuo como de su entorno. La obesidad tiene un alto costo. La diabetes, por ejemplo, es una enfermedad que afecta la salud y la economía. Diversas consecuencias de la obesidad incluyen hasta la muerte prematura, discapacidad y bajo nivel de calidad de vida. Todas estas consecuencias tienen un impacto económico altísimo.
Se estima que, en los Estados Unidos de América, los costos anuales de productividad a nivel nacional del ausentismo relacionado con la obesidad están entre USD 3,380 millones ($ 79 por persona con obesidad) a USD 6,380 millones ($ 132 por persona con obesidad).
La obesidad también tiene altos costos que derivan de su tratamiento y del tratamiento de sus consecuencias. De hecho, se invierte más recursos económicos en tratar las consecuencias de la obesidad que en prevenirla. Tan solo en los Estados Unidos, la obesidad le cuesta al sistema de salud casi USD 173 mil millones al año. Son cantidades enormes de recursos que, como sociedad, nos toca cubrir. En nuestros países en vías de desarrollo, el costo económico de la obesidad es aún mayor y quienes pagamos dichos costos somos nosotros los contribuyentes quienes sostenemos la administración pública.
La obesidad tiene también consecuencias que nos afectan espiritualmente, emocionalmente o a nuestro propio ser. Aunque poco se habla al respecto, no es de extrañar que las personas con obesidad enfrentan desafíos significativos con su salud mental, emocional, social o espiritual. Esto puede conducir a trastornos alimentarios, que pueden empeorar aún más al peso, así como a la ansiedad, la depresión y la baja autoestima.
La obesidad es el resultado de muchos años en donde diversas circunstancias, situaciones personales, algunas veces festivas y otras de duelo, han hecho que comamos desenfrenadamente y no tomemos conciencia del impacto que esto tiene en nuestras vidas. Comer compulsivamente puede ser generado por episodios de depresión o ansiedad, en donde encontramos en los alimentos la salida a estos momentos. La combinación de lo anterior junto con la falta de conocimiento hace que consumamos más alimentos, sobre todo aquellos pocos saludables, en cantidad excesiva que luego se convierte en grasas y termina en nuestro abdomen, cadera, nalgas, cinturas, brazos y piernas.
Muchas veces nos sentimos mal por no poder controlar este problema, nos sentimos derrotados, abatidos, nos sentimos tristes por no poder dominar los deseos por comer, siendo esto algo que pensamos está en nuestras manos.
Las personas con obesidad no solo somos un número en la balanza que nos aterra. Somos seres con sentimientos, con emociones, que sienten dolor y sufrimiento. Es por lo que, el apoyo emocional es clave, así como la orientación idónea y la valorización de nuestro propio ser es necesario.
Combatir el estigma hacia la obesidad es nuestra responsabilidad como profesionales de la nutrición y del sistema de salud. Comprender las raíces de la obesidad, sus causas y consecuencias, así como las mejores estrategias para abordarlo es fundamental para combatir esta condición que afecta a más del 70% de la población panameña.
Es por lo que necesitamos ayuda, buscar orientación de un profesional idóneo. No basta con querer dejar de ser obeso o dejar de comer. De hecho, no es dejar de comer, debemos aprender a comer. Comprender que cada bocado de alimento que llevamos a nuestra boca nos puede estar causando un impacto, positivo o negativo. Necesitamos educarnos, así como cuando aprendimos a manejar bicicleta o usar computador. Necesitamos alimentarnos saludablemente. Alimentarnos, todo lo hacemos, pero no todos sabemos alimentarnos saludablemente.
La obesidad necesita un bordaje multidisciplinario en donde la educación es clave, la orientación profesional es necesaria, el realizar actividad física regularmente es importantísimo, así como el acompañamiento emocional.
La actividad física es parte del tratamiento de la obesidad. Pero no necesitas inscribirte en un gimnasio o hacer cuatro horas de pesas al día. Basta con moverse, mover nuestro cuerpo por lo menos media hora al día. La obesidad destruye nuestro músculo, por lo que debemos detener este daño ya que, si no lo hacemos, luego perderemos independencia y autonomía. Necesitamos movernos hacer actividad física al mismo tiempo que aprender alimentarnos saludablemente.
En CEANA Nutrición contamos con un equipo profesional y con experiencia en el manejo de estas condiciones. Que la obesidad no sea una limitante en tu vida. Aprender a alimentarse saludablemente le permitirá controla esta condición y le sumará años con calidad de vida para seguir disfrutando de sus seres queridos. Protégete y protege a los tuyos con una alimentación que promueva la salud. Consulta nuestros planes y promociones. Nuestro equipo de nutricionistas y dietistas idóneos estarán encantados de orientarte.
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